Comunista Prêt-à-porter

Yolanda Díaz tiene la elegancia de Pasolini y Giulio Einaudi, viste la ropa sobria y elegante de la aristocracia Comunista Italiana. Delgada y risueña, camina subida a sus zapatos de tacón y nadie puede negar que piense y mucho lo que se pone. Acude a la peluquería una vez al mes para teñirse y cortarse las puntas y resta horas de sueño para pasarse la plancha cada mañana por su melena rubia de mujer fatal. Si no la han visto, les recomiendo que busquen la foto que ilustra sus carteles electorales.

Su estilo es un auténtico muestrario de tendencias, con un buen fondo de armario. Pocas veces repite modelo y nada se le resiste: estampados, plisados, tacones, sneakers, camisetas de tirantes, vaqueros, faldas midi, escotes halter… Se atreve con todo: un día masculina, otro lady, al siguiente, fluida.

Así va la bien plantá de Yolanda Díaz: como un pincel y sin una arruga. El Prêt-à-Porter del podemismo en tiempos de Sánchez. Ni hoz ni martillo, solo modelitos, porque la vicepresidenta va conjuntada hasta a las reuniones sindicales. ¿Quién dijo que para luchar contra la alienación no hace falta etiqueta?

Yoli Tenacillas, la Fashionaria, Yoli Bucle, Yoli de Palma, Yoli Suma Cero, Barbie Emociones (Federico Jiménez Losantos, dixit), sigue una tradición de estrategia de camuflaje de ideología que no es nueva. Desde el eurocomunismo de los 70, a Izquierda Unida, pasando por Unidas Podemos, o ahora SUMAR (plataforma que es una fritura de pescao donde los intereses internos no gozan de buena salud ni de buenas intenciones: cuchilladas, traiciones, secretos desvelados), todo sirve para esconder las siglas del PCE.

Comunistas a los que no gustaba la vida comunista los ha habido siempre. Alberti o Mª Teresa León, predicadores del partido, no vivieron en Moscú ni en Pekín, sino en Buenos Aires y Roma. Neruda, tenía una magnífica casa en el Pacífico, en Isla Negra y fue embajador de Allende en París en una residencia lujosa. Lo propio podría decirse de Alejo Carpentier que vivió más en esa ciudad que en La Habana. La pareja Iglesias/Montero también vivían en un casoplón de millonarios y entre millonarios. Como decía Cernuda, a los “sacripantes del Partido”, casi todo le está permitido, incluso la opulencia.

Aunque haya tratado de disfrazar su relato, el comunismo no ha cambiado. Inútiles sus viejos dogmas, inventa otros, y se acuerda del clima, la igualdad, la sanidad, la educación, los animales… cuando el sistema que ha generado más desigualdades, más pobreza, más atentados contra el clima ha sido el comunismo, donde todo lo que no está prohibido es obligatorio.

En España han confundido el BOE con una revistilla de partido y de ello hemos tenido numerosas pruebas estos años. Leyes aprobadas en el Consejo de Ministros pese a ser rechazadas por los órganos consultivos, amenaza con echar a los periodistas molestos, prometer dádivas a tutiplén, ofrecer trabajar menos y cobrar más…

El recientemente fallecido Milan Kundera en sus novelas, retrata la sociedad comunista que le tocó padecer en su país hasta su exilió en Francia. En Checoslovaquia prohibieron sus obras, le acusaron de actividades peligrosas para el partido y fue privado de su nacionalidad y empleo. Esta es la ideología de Yolanda Díaz, aunque lo suyo parezca comunismo de pasarela. 

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