Una elección para una vida

Tras el final del curso y la realización de la EBAU, es el momento de que miles de alumnos tomen una de las decisiones más importantes de sus vidas y que sin duda condicionará su futuro: qué carrera estudiar.

El dilema sigue siendo el mismo año tras año. ¿Elegir una carrera que guste más o una que genere más ingresos? Ante esta cuestión, siempre hay personas que aconsejan aquellas que, en el imaginario colectivo, son más rentables, por lo que, si comentas a alguien que no sabes si estudiar Historia o Ingeniería en Telecomunicaciones, sin pensarlo dos veces, te recomendará la segunda. 

En este sentido, el estudio “Jóvenes universitarios y empleabilidad. Cualificación, profesiones en auge y transición laboral”, presentado recientemente por el CEU y Randstad Research, concluye que el desempleo en graduados en Filosofía (18,4 %) multiplica por 20 al de Ingeniería Electrónica (1 %) y que dos tercios (63,7 %) de los graduados volverían a realizar la misma carrera, mientras que el 24,2 % estudiaría otra y el 12,1% no volvería a la universidad.

Sin ánimo de terciar en la polémica de cuál ha de ser la mejor decisión (cada tome su propia decisión), sí que me gustaría plantear algunas reflexiones acerca de la carrera de filosofía, que según ese estudio parece encabezar el ranking de paro universitario. 

¿La filosofía se parece más a la experiencia poética o a la experiencia científica? Ambas producen obras magníficas, pero aquellas solo nos hablan del mundo del poeta, mientras que las científicas intentan fundamentar verdades universales acerca de la realidad. Lo bonito de la filosofía, contrario a lo que sucede en carreras más técnicas u orientadas al ejercicio práctico, es que en ella cabe todo, hay biología, sociología, matemática, arte y química. No hay un solo ámbito de conocimiento que se escape de su esfera, la razón es que no es simplemente un ámbito de estudio, es un modo de vida.

Desde sus inicios, ha cobrado especial sentido donde hay conflicto, contradicción, encuentro entre diferentes, choque. En un mundo cambiante, los antiguos griegos la usaron como herramienta para poner en orden todas esas costumbres, saberes y sistemas políticos en crisis.

¿Tiene sentido y finalidad la vida humana? ¿Cómo saber qué es lo justo? ¿Podemos conocer la realidad o más bien la construimos? Estas preguntas, y otras que escapan al dominio científico, podemos contestarlas de forma sistemática desde la filosofía.

Para aspirar a ser objetiva, esta ciencia que es crítica y rigurosa, exige analizar el presente y tener muy cerca a las ciencias, que ofrecen conocimientos fiables sobre parcelas del mundo en constante cambio. Cada nueva teoría, hipótesis, descubrimiento o tecnología trae consigo nuevos desafíos, algunos de ellos filosóficos. Y es así como los nuevos conocimientos suman, a la lista de temas clásicos, nuevos elementos de interrogación y reflexión filosófica. Tiempos nuevos, problemas nuevos, y nuevas vías para enfocar los viejos problemas. ¡Vaya si es útil la filosofía!

Por último, decir a los que dudan que carrera elegir, que no comentan el error de reducir lo valioso a lo útil. El problema de la visión de qué si algo no encaja con las demandas del mercado, no es visiblemente práctico ni útil, es que confunde importante con rentable.

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