El amor en tiempos de sociedades liquidas

Nuestros abuelos se casaban y su matrimonio era de por vida. El tiempo de duración de las relaciones de nuestros padres superan con mucho las nuestras. 7 de cada 10 matrimonios en España terminan en divorcio y duran poco más de 16 años, Aun así, según el CIS nos encanta tener pareja, ya que el 70% mantiene algún tipo de relación.

La sociedad ha cambiado y todos hemos oído historias de chicas y chicos con varios novios simultáneos, de tres personas que viven juntas, o parejas con relaciones abiertas que mantienen sexo con otras personas. La infidelidad está desatada y los estudios hablan de que el 42% de españoles y el 31% de españolas han sido infieles alguna vez. Aunque si incluimos la “infidelidad sumergida” difícilmente cuantificable, pero igualmente real, el porcentaje se dispara hasta el 70 o 80%.

¿Por qué está en crisis la institución matrimonial? ¿Por qué no solo ha aumentado el número de rupturas matrimoniales, sino que se han reducido el número de uniones?

Abundan las opiniones sobre la imposibilidad del amor en la sociedad de consumo. Bataille, Fromm o Badiou, son un buen ejemplo, pero hace ya unos cuantos años el sociólogo Zygmunt Bauman reflexionaba en una de sus obras, sobre el fin de la llamada posmodernidad, al tiempo que bautizaba la nueva etapa que viven las sociedades opulentas como “Modernidad Líquida”. Se trata de un concepto útil para intentar comprender cómo ha cambiado nuestra sociedad, y por ende, las relaciones amorosas.

Ahora todo es fugaz y precario, superficial y perecedero. Ocurre con las costumbres, el lenguaje, los hábitos, las innovaciones tecnológicas, las corrientes de pensamiento, la moda, los objetos, los artefactos y hasta el amor. En todo se impone la obsolescencia programada. La impaciencia vence a la paciencia, la banalidad a la profundidad, lo efímero a lo permanente.

Es casi inevitable que en una sociedad consumista, individualista y narcisista, el amor se haya convertido, como tantas cosas, en un producto de usar y tirar. Como cualquier objeto más o menos deseable, se toma y se emplea, mientras satisfaga nuestras aspiraciones de felicidad light y caprichosa. Nos tiene que proporcionar disfrute y no molestar demasiado.

El amor líquido es un amor superficial, basado en vínculos sentimentales frágiles, que pueden romperse fácilmente y en el que lo que importa es el momento presente, sin ataduras, compromiso o proyecto de futuro. En este amor, prevalece el individualismo, de tal modo que una vez satisfecha una necesidad puntual, de cariño, de sexo o de apoyo emocional, el sentimiento no perdura o profundiza creando lazos entre dos personas, sino que se diluye hasta desaparecer.

Decía Octavio Paz que “el amor, cualquier amor, está hecho de tiempo”. Pero claro, él se está refiriendo al amor sólido. La vida en común y el compromiso, implican tener que transitar por un camino que no es de rosas precisamente. Los amores que duran en el tiempo son experiencias muy complejas, con altos y bajos y muchos días grises llenos de dudas, miedos y sufrimiento. Pero sin duda merecen la pena.

Quizás no se pueda hablar todavía de la muerte del amor romántico y eterno, pero las relaciones afectivas del futuro (del presente me atrevería a decir) se parecen mucho a las que viven las protagonistas de esas series de éxito, como Sexo en Nueva York.

Un comentario sobre “El amor en tiempos de sociedades liquidas

  1. Eterno hasta que existan sentimientos… sentimientos de verdad, arraigados y profundos. Aunque creo que mucha gente confunde el amor con otro tipo de experiencias porque acaso no queremos con auténtica locura a nuestra pierna derecha, o nuestro brazo o cualquier parte de nuestro cuerpo qie sin el, notaríamos que algo nos faltaría? Pero nos hemos acostumbrado a no darle todos los días un beso o un abrazo a nuestra pierna. Hoy se da por hecho que per sec, el amor existe en byte nosotros y nuestro cuerpo y lo mismo ocurre con las relaciones. No se le da la importancia que tiene hasta que te das cuenta que hasta que lo que te molestaba, lo echas de menos

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